¿A qué sabe una nube? ⋆ Chana y Cucho Sabe a dos cosas para mi

¿A qué sabe una nube?

Nuestra marca
19/04/2021
¿Qué encontraremos leyendo este cuento?
12/06/2021
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Gracias al programa Café Romance en México por estas preguntas donde me he sentido niña otra vez

1-. ¿Cuál es la magia de ser niño?

Tan solo escuchar la palabra niño, se me acelera el corazón, es la sensación de abrir los ojos comenzando un día nuevo, su mente inocente, pura y llena de energía descubre un sinfín de imágenes increíbles, sensaciones, sentimientos, que no estaban y aparecen de un momento a otro, dejándose sorprender. Ser niño es sentir felicidad con los detalles más pequeños, jugar, sorprenderse, descubrir, experimentar, percibir ese olor que luego guardará en su memoria, sentir la seguridad de un abrazo cuando tiene angustia o no sabe lo que pasa, etc.

También es sentir miedo a veces por cosas que no comprende y de las que con su corta vida intenta conocer la respuesta sin éxito porque están fuera de su capacidad de abstracción, pero las olvida porque su mayor deseo es jugar, saltar, bailar, ver cómo caen las hojas en el otoño o cómo florecen los árboles de nuevo en la temporada adecuada.

Es esa sensación de que llegará Navidad, su cumpleaños o una celebración especial y tendrá un regalo, una sorpresa, etc. Puede ser que llegue ese juguete soñado o puede que no sea así, pero se conforma con lo que recibe porque la magia de ser niño es disfrutar el presente, sin pensar en el pasado y tampoco en el futuro, es vivir el hoy con total intensidad.

Ser niño es la magia que ocurre en su pequeño cuerpo cuando comienza a descubrirse y a conocerse un poco más; ser niño es que de la nada aparece algo emocionante, bien una caja de cartón, un peluche de trapo, una rueda gastada o rota, pero que él ve como objetos con los que imaginar, crear, divertirse y pasar las horas sin tomar en cuenta el tiempo, ya que él no sabe lo que es tener prisa.

Es tener su espíritu siempre dentro de nosotros, sacarlo de nuestro interior y sentirnos felices otra vez, y si le pasaron cosas desagradables, curar a ese niño y darle el cariño o los cuidados que no tuvo de pequeño para  comenzar de nuevo.

Es creer que todo es posible y que no te detendrá nada ni nadie.

La magia de ser niño es sentir el amor que necesitas y que cuando no tienes, te duele y te lo guardas. Todo permanecerá en su interior y solo cuando sea adulto, podrá comprender muchas cosas.      

2-. ¿Qué es lo que más te gustaba hacer de niña?

De niña era muy conversadora, me gustaba sentarme en un poyete de una de las paredes de la casa en la que vivía, y cuando pasaban las señoras que iban al mercado, decirles: «¡Hola señora! Qué bonita la blusita que lleva», «señora, qué lindo su peinado» o «me gusta su bolso».

Eran momentos muy gratos porque las personas se sorprendían viendo cómo tan pequeña podía halagar de esa manera, tendría unos 4-5 años por aquel tiempo.

También era muy cachivachera, es decir, que siempre estaba guardando cosas curiosas, un clip, un imperdible, botones, una cajita de cerillas, gomas de borrar partidas y rotas que, aunque estaban ya gastadas, yo las guardaba en un cajón donde lo ponía todo. Mis padres me contaban que una vez hubo un apagón en casa y, en plena oscuridad, ellos se peguntaron dónde tendrían unas cerrillas y yo les dije: «yo tengo cerillas», y ahora una vela, «yo tengo vela». Así corría a mi cajón ordenado donde atesoraba lo que los demás necesitaban.

También tenía chapas, pedazos de telas, trocitos de cartón, piedras gastadas por el roce del agua del mar con formas curiosas, conchitas marinas, etc. Además, coleccionaba orugas que estaban en las plantas, me encantaba observarlas, pasaba horas enteras en el jardín de aquella casa, hasta que una vez una araña me picó en la pierna y me asusté, tengo la cicatriz aún hoy.

También dedicaba largos ratos a ordenar mis juguetes, no tenía muchos la verdad, pero eran objetos que colocaba con cuidado. En esa zona de la casa a veces se filtraba el agua del baño que estaba justo al lado y, en esos casos, tenía que sacar todo, limpiar el lugar y luego nuevamente colocar todo en fila, muy rectito.

Una vez puse hasta un hueso de pollo como si fuera un clavo, en un agujero de la pared, para que no se mojara mi objeto favorito. Jajaja.

También me encantaba ir a la playa a ver la inmensidad del mar, el camino estaba lleno de esas flores moradas llamadas campanillas y que son mis favoridas. Hace poco me di cuenta de que sus hojas tienen forma de corazón, un detalle que coincide con el eslogan que le puse a la marca –desde el corazón– y también con la forma de la nariz que he puesto a mis personajes, que es de corazón.

Otra cosa que me encantaba era observar las algas debajo de la corriente del mar, los pequeños riachuelos que se formaban donde yo veía maravillada cómo se movían aquellas sinuosas plantas.

El ambiente traía el sonido de las olas, mi cuerpo olía a sal y tenía la piel quemada y roja por el sol, entonces  sentía alivio cuando la brisa suave rozaba mi cuerpo. ¡Era feliz!

También anhelaba cosas, pero mis padres no se podían permitir comprármelas y lo aceptaba, aunque me quedaba con un poco de pena.

Fui una niña obediente, comedida, ordenada y habladora, muy habladora.

También me gustaba el teatro, actuar y recitar poesías que me aprendía de memoria con sus respectivas mímicas. Las representaba en las fechas cívicas del colegio: «La alumna Rossana Cornelio de 2º grado nos va a recitar…», y salía ante todo el colegio. Al año siguiente, se repetía la misma escena en varias ocasiones: «La alumna Rossana Cornelio de tercer grado», y así todos los años.

Hasta que comencé a crecer y me daba mucha vergüenza, entonces dejé de salir a recitar y actuar.

Fue divertido mientras era pequeña.

3-. ¿A qué sabe una nube?

Una nube sabe a recuerdo, a una sensación de suavidad, a los colores rosa y blanco. Una nube significa dos cosas para mí: una es un dulce llamado marshmello (lo tomaba de pequeña en Lima) y también me sabe a imaginación. La nube era la protagonista de hermosos cuentos e historias que les contaba a mis hijos, en una nube pasaron grandes cosas, esa nube del cielo que parece de algodón y a la que con tu imaginación le das forma y haces unos lindos cuentos, ese algodón que no se cae, que resiste, que es fuerte. La nube para mí es sentir emoción, sabe a amor.

Cuando mis hijos eran pequeños, yo siempre les decía: «niños a la cama», y como no era tan sencillo que se acostaran pronto, solía decirles: «el primero que llegue a la cama tiene 15 minutos con mamá, el segundo 10 minutos y el tercero 5 minutos». Mis 3 pequeños corrían a la habitación  y allí entraba con ellos. La magia brotaba nada más comenzar a inventarles historias divertidas, de risas, ellos no querían que acabara y yo tenía que hacer más y más esfuerzo de imaginación para alargar el cuento, con el tiempo ese esfuerzo era menos difícil y mi imaginación volaba libre.

Luego, si el sueño me vencía, tenía que buscar un final, a veces ni yo misma quería terminar pero era hora de que los niños durmieran, incluso yo después de una jornada maratoniana en el hospital, también quería descansar. Así que nos cogíamos de la mano los 4 y rezábamos un Padrenuestro.

La nube me sabe a dicha, a cercanía, a entrega, a inspiración.

 4-. ¿Crees en la magia?

Creo en la magia como milagro, como algo que de la nada aparece, no en la magia de hechicería, no como truco ni ocultismo.

El nacimiento de un niño por ejemplo es magia, no existía hasta que se unen 2 células y llega la vida.

Ellos nacen puros y sin nada que los atormente, luego en lo que se conviertan depende de cómo se desarrollen, de ahí la importancia de los padres de transmitir valores como el amor, el respeto y otros que sus hijos necesitan para hacer de ellos personas capaces de afrontar el mundo.

Algo curioso… cuando tuve una tienda de ropa de niños y de uniformes escolares, le puse el nombre de Mago Merlín en alusión a un cuento famoso, pasaron los años y conforme fui conociendo la palabra de Dios, sentí que ese nombre no era el más adecuado, así que hice todos los cambios necesarios con el coste que ello implica y le quité la palabra Mago, cambié el logo, el color de la tienda, los rótulos, las tarjetas, los carteles y todo lo que llevara el nombre de Mago. Incluso la figura grande pintada en madera que estaba a la entrada, la saqué y la tiré a la basura.

La tienda comenzó a llamarse Merlín, pero pasado un tiempo  mi corazón decía que tampoco aquel nombre era el idóneo, de manera que volví a cambiarlo otra vez.

Hasta que llegó el verdadero nombre que fue DOISS. He de decir que mis hijos se llaman Eduardo, Rodrigo y Victoria; Eduardo lleva 2 “d”, Rodrigo lleva 2 “o”, Victoria lleva 2 “i” y Rossana lleva 2 “s”, fue así que salió la palabra DOISS que a la vez significa 2 y yo la asociaba a que para construir una familia se necesitan 2 personas, hombre y mujer.  

5-. ¿Cuál es el mejor recuerdo de tu infancia?

Recuerdo mi infancia con cariño, aunque llena de aventuras y temor, vivía en un lugar cerca de una barriada muy peligrosa, salía con miedo de casa porque solían robar o se peleaban. Una vez con cuchillos, vi cómo se mordían y hacían sangre. Yo  caminaba siempre mirando alrededor, pasaba por debajo de los edificios corriendo y, en general, siempre nos llamábamos con los amigos por las ventanas para vernos en grupo en el parque y jugar.

Mi mejor recuerdo fue en Cuzco, la ciudad donde nací, yo tenía mucho miedo y mi abuelita me regaló un peluche, en ese peluche yo descargaba mis temores y mis angustias, hablaba mucho con él, era mi gran amigo, además de que me sentía segura y protegida a su lado.

En realidad, era una conejita blanca vestida de blusa rosada y un overol verde brillante, con el tiempo en uno de mis talleres de crecimiento personal tuve que presentar una práctica y presenté un carro de la compra con un artilugio para que subiera automáticamente y las personas no se tuvieran que agachar. Recuerdo que lo presenté como el carro ¡Súper Cucho!, fue un momento increíble de risas y felicidad, entonces ese recuerdo que yo tanto amaba se convirtió en Cucho el conejito, gracias al cual he creado la marca infantil.

No quisiera que ningún niño pasase miedo y que se riese como en esa clase que tuve, donde todos nos volvimos niños otra vez.

Este recuerdo lo llevo a flor de piel. Esa niña interior es la que tengo al lado y en la que me convierto cada vez que escribo, preparo las actividades o  los cuentos para los niños.

La niña Chana con su peluche contándole todo y sintiéndose segura y feliz, me sorprende pensar que unos minutos se han convertido en algo que se está materializando, magia otra vez, que de un momento de dicha esté apareciendo una marca infantil, pero aquí no hay trucos ni nada oculto, solo hay esfuerzo, constancia, amor y sobre todo fe.  

¡Me encanta!

6-. ¿Qué te inspiró a crear?

Me inspiraron a crear la impotencia, la desesperación, el agotamiento, el no saber qué más hacer, siempre he sido una persona tenaz y veía cómo mi trabajo y esfuerzo durante 14 años hacían aguas. Continuar con la tienda infantil era insostenible, eso hizo que me sintiera derrotada, fracasada, lloraba por las esquinas, pero gracias a ese recuerdo del regalo de mi abuela, el proyecto de Chana y Cucho prendió en mi corazón.

El primer cuento

En el quise reflejar ese momento para que fuese el inicio. Había creado la primera canción con ayuda de un cantante y compositor y para ver la reacción de los niños, la puse en el ordenador al lado del área de juegos que tenía en el local de 80 m2 que medía la tienda, al instante vi cómo los pequeños se levantaban del área de juegos y se iban de prisa a ver el baile de Cucho que tenía puesto en la pantalla.

En ese momento, imaginaba tener mi recuerdo en digital para hacer cuentos, bailes, canciones, historias, pero todo basado en diseños gráficos. Fue así cómo decidí estudiar comunicación digital. Actualmente curso el tercer año.

El camino no ha sido fácil, en el año 2010 me detectaron un cáncer de mama y doy gracias a mi querido Cucho porque el estar entretenida pensando y proyectando la idea me distrajo, y sobrellevamos la enfermedad mi familia y yo de una manera muy positiva.

Otra de mis ideas es llevar a Cucho a lugares con niños con cáncer, lo he vivido y sé lo que se siente. Por eso, quiero que Cucho les distraiga y les ayude como me ayudó a mí.

¡Gracias Cucho!

¡Mis cicatrices son mis victorias!

Me encanta crear, imagino algo, persevero, busco cómo llegar a ello y lo visualizo hasta poder decir que ya está hecho y que solo es cuestión de tener la voluntad de esperar.

También hay otras situaciones que me ayudaron a inspirarme: cuando era pequeña y vivía en ese lugar peligroso, venían a tocar la puerta pidiendo pan niños con las manitas estiradas, sus caras estaban llenas de barro y sudor, solo se les veían los ojos y dientes, parecían muy sucios, tendrían 3-4-5 años.

Les hacía entrar a mi casa, y uno a uno los duchaba, los enjabonaba bien, les frotaba con la esponja, pero al secarles, comprobaba que sus cuerpecitos estaban llenos de moratones, sus cabecitas con cicatrices, tenían marcas y no quedaban limpios.

En esas ocasiones, pensaba que no los había duchado bien, los vestía con sus ropas sucias y rotas, pero en el fondo de mi alma me quedaba triste, no me sentía satisfecha, era yo pequeña, tendría unos 11 años más o menos.

Ahora, me gustaría poder llegar a todos esos angelitos y abrazarles, sentir latir sus pequeños corazones en mi pecho y bendecirlos, tocando sus cabezas y dejando que Dios los proteja.

Solo así me quedaré tranquila, estoy convencida.

Aquí está nuestro amado Jesús con: Eduardo, Rodrigo, Victoria, Carlota, Gerardo, Chana y Cucho

7-. ¿Qué consejo le darías a una niña que quiere darle vida  a su imaginación?

Le diría que agradezca todo lo vivido, que muchas veces de los malos momentos llegan grandes bendiciones, le diría que si hay algo que le duele o le trae recuerdos tristes, sepa perdonar y sacar lo mejor de ese momento, que si ella perdona, todo fluirá e irá sin cargas y muy ligera para correr y volar como las aves, que llegarán a su mente ideas grandiosas, llenas de luz, esa luz que ahora ilumina su vida y que no se apagará porque la impulsará a materializar aquello que tenga en su mente.

Que si tiene un sueño en el corazón es porque tarde o temprano se va a cumplir, que esté dispuesta a ser valiente, los grandes sueños se cumplen a base de esfuerzo, de perseverancia, de no bajar los brazos, de saber levantarse después de las caídas, pero gracias a esas caídas se levantará más fuerte y con mayor experiencia.

Que se forme, que se capacite, que estudie lo que más le atrae y, poco a poco, verá cómo el camino que antes no veía con claridad, comienza a estar despejado, verá la senda por donde debe andar, porque esa luz que tiene es la guía que necesita y que la encuentra gracias a que tiene paz en su interior, gracias al perdón, una paz que solo la da Dios y que supera a todo entendimiento.

A ti niña, futura creadora,  te bendigo y sé que tus frutos serán jugosos porque en tu imaginación está el campo fértil donde ya has plantado la buena semilla.

¡Gracias a todos desde el corazón y a Café Romance por este momento en que me he sentido niña otra vez!

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Rossana Cornelio es hispano peruana, madre de familia numerosa, enfermera, emprendedora, estudia comunicación digital y cuenta con su propio estudio de grabación audiovisual. Parte de su vida la dedicó a atender a familias en la tienda de ropa de bebés, niños y uniformes escolares que tuvo durante 14 años. En el 2018 su pasión por la infancia la lleva a crear cuentos infantiles inspirados en el amor que siente por su abuela materna y a crear personajes recordando a sus amiguitos cuando era niña y jugaba con ellos. Cucho no es un peluche cualquiera, es un juguete que nace de la constancia, el perdón, la fe, la perseverancia y sobre todo del amor. El conejito Cucho es para todos los niños y para los mayores que recuerdan sus años de infancia. :)

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